
¿Qué país de mayoría cristiana permitiría a sus máximas autoridades eclesiásticas meterse en los asuntos de gobierno como sucede en nuestro país?
Si tomamos como ejemplo la Conferencia Episcopal francesa, ésta no interfiere en la vida política de su país, mientras que aquí pretenden influir en los representantes del pueblo soberano para que dicten las leyes acordes a su pensamiento.
No se puede tolerar que la Conferencia presione y amenace con excomuniones a los profesionales de la sanidad y a los ciudadanos católicos que colaboren en un aborto. ¿No?
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